Villa Educación

Viernes 19 de abril de 2024

STEAM, CIENCIA PARA TODOS

La educación STEAM toma cada vez más fuerza como herramienta en la alfabetización científico - tecnológica del alumnado.

Digna Couso, directora del Centre de Recerca per a l'Educació Científica i Matemàtica (CRECIM) y experta en didáctica de las matemáticas y las ciencias, nos habla acerca de las oportunidades, ventajas y riesgos de esta metodología.

Pensamiento crítico, la clave para un mejor futuro

 

La transición hacia un paradigma educativo centrado en las competencias se extiende cada vez con más fuerza. Entre estas, el pensamiento crítico es de gran importancia. El reconocido educador Robert Swartz explica cómo, a pesar de que todo individuo piensa, la gran mayoría de las personas no lo hace de la manera más crítica, correcta y eficiente.

El pensamiento crítico no es una acción concreta, es una habilidad cognitiva que se constituye a partir de varios procesos intelectuales, tales como conceptualizar, comparar, aplicar, analizar, inferir y sintetizar información de manera objetiva. Ser capaz de pensar de manera crítica e independiente es clave para tener éxito en su vida académica profesional y personal.

Para ser ciudadanos empoderados, en pleno derecho y libres, día a día debemos tomar decisiones y posiciones frente a la multitud de situaciones que nos acontecen. ¿Vacunarse es algo importante? ¿Cómo debemos cambiar nuestros hábitos de consumo para combatir el cambio climático? ¿Cómo afecta el consumo de drogas a nuestra salud? En este sentido, la educación es esencial, ya que, a través de esta, el alumnado podrá adquirir las habilidades cognitivas propias del pensamiento crítico que le permitirá tomar todo tipo de decisiones tanto en el presente como en el futuro.

La evidencia científica demuestra que entrenar las estrategias de pensamiento crítico mejora significativamente el rendimiento del alumnado. La transición hacia el marco competencial como eje de la educación ha ido calando en los centros educativos. A día de hoy es común ver, en los planes de estudio, en el currículo y en la misión-visión de las escuelas, referencias explícitas al pensamiento crítico y su importancia. Sin embargo, la práctica en las aulas –comprensiblemente– va a un ritmo un poco más lento. Si bien se menciona el pensamiento crítico, dicha mención no va acompañada de una explicación detallada y rigurosa en cuanto a cómo enseñarlo.

Swartz explica cómo debemos replantear la manera en la que enseñamos el contenido curricular para fomentar los hábitos, las estrategias y las habilidades de pensamiento de orden superior propias del pensamiento crítico en el alumnado. Los puntos clave son los siguientes:

 El contenido debe introducirse de una manera significativa para motivar que el alumnado investigue, debata y se formule preguntas. ?

 Las metodologías de aprendizaje activas, cooperativas, por proyectos y similares facilitan la adquisición de conocimientos y competencias, ya que el estudiante se convierte en el centro del aprendizaje, y el proceso toma más importancia que el resultado.

 Las distintas herramientas y los métodos de representación gráfica son efectivos a la hora de fomentar y afianzar las estrategias de pensamiento, como la síntesis, la comparación y el análisis. 

El resultado de una educación basada en el pensamiento crítico es, pues, que el alumnado adquiere habilidades que le servirán toda la vida, además de comprender el contenido que estudian en el currículo regular de una manera mucho más profunda que en la educación tradicional.